Ya han pasado varias semanas desde que el róver Curiosity
llegara a la superficie del planeta Marte. Ha mandado fotos en alta resolución
y vídeos, y ahora empieza a realizar sus primeros experimentos científicos y su
recorrido por la superficie marciana. Una de las finalidades de la misión es
adquirir conocimiento para el envío de astronautas al Planeta Rojo.
Coetáneamente se ha producido el fallecimiento de Neil Armstrong, astronauta de fama mundial por ser el primer humano en pisar la Luna.
Estos dos acontecimientos han puesto nuevamente sobre la mesa
el debate sobre cuándo (2030 ó 2040) y cómo se realizará una misión tripulada
al planeta Marte. Más allá de seguir recopilando la necesaria información científica
detallada sobre el Planeta Rojo antes de poder enviar a los seres humanos, los
dilemas morales y el coste económico se plantean como los retos que se deben
resolver antes de emprender una misión de tal envergadura.
En el pasado, Robert Zubrin planeó una forma “barata” de
realizar un viaje de ida y vuelta a Marte utilizando los recursos marcianos a
la hora de emprender el retorno cosa que, según el autor, suponía un ahorro
respecto las previsiones de la NASA.
Pero una de las opciones que más difusión está teniendo
últimamente es la de “Mars to stay” - Marte para quedarse,
que pretende realizar solo un viaje de ida, de forma que los voluntarios serían
plenamente conscientes de que irían pero no volverían del Planeta Rojo. No hacen
falta muchos conocimientos de economía para afirmar que una misión solo de ida
supondría un ahorro en el viaje y una continuidad en la colonización y
desarrollo de experimentos científicos. Lo se plantean son dilemas de
naturaleza científica (cómo afectaría la radiación solar y la baja gravedad a
los colonizadores, por ejemplo) y, principalmente, de naturaleza moral. Algunos
han hablado del proyecto como un “suicidio”, otros como una continuación en la
naturaleza exploradora y curiosidad típica de la especie humana.
Esta propuesta
ha sido defendida, entre otros, por Buzz Aldrin, el “segundo hombre” en pisar
la Luna y compañero de misión de Neil Armstrong.
Debo reconocer que me inclino por esta propuesta. Me cuesta entender que se envíe a unos astronautas a Marte durante año y medio de viaje, para estar unos meses allí y volver a emprender un fatigoso viaje de vuelta. Aunque son los científicos los que tienen que acabar de concretar los efectos sobre la salud de un viaje espacial tan largo, parece a primera vista que sería más saludable quedarse (y "recuperarse" del viaje en Marte). En cualquier caso más barato y más acorde con el espíritu humano de superación y sacrificio.

P.D.: La escritura de “Un robot llamado Pepe y otros relatos
marcianos” ya está completada. Ahora la estoy revisando y corrigiendo. Prefiero
no volverme a poner una fecha para publicarla –para luego incumplirla-. Pero
ahora está más cerca.
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