Estos días las condiciones laborales de
los trabajadores chinos que fabrican los dispositivos electrónicos de Apple han vuelto a ser -desgraciadamente- noticia (http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2012/01/27/actualidad/1327677807_949369.html
). Hace meses ya saltó a la palestra que la tasa de suicidios en las empresas tecnológicas situadas
en Asia era muy elevada.
Esto me ha llevado a releer el libro en catalán de Jordi
Bigues y Marta Escamilla: El futur dels
llibres electrònics: sobre paper, pantalla, tauleta o lectors de tinta digital.
Guia ecosocial: tot el que no expliquen i haurien d’incloure els manuals
d’instruccions. Os recomiendo su
lectura.
Los autores diferencian entre el dispositivo
(tableta o e-reader) y el contenido (libro electrónico o e-book). Nos llaman la
atención sobre la necesidad de calcular lo que contamina una tableta o un
e-reader (ya sea para fabricarla, transportarla o usarla), y lo que cuesta
repararla (si es que es posible en algún caso) y reciclarla. Jordi Bigues y Marta Escamilla sostienen que los e-readers o tabletas son
menos ecológicos que los libros en papel. Hace poco las noticias se hacían eco
del poco tiempo que dura un archivo almacenado en un dispositivo. Cada poco
tiempo se tiene que cambiar de dispositivo. Hay libros y escritos, en cambio,
que llevan siglos en el mismo “dispositivo” de papel.
El libro de Jordi Bigues y Marta Escamilla discute
los tópicos que suelen presentar al libro electrónico como el futuro frente al
pasado del libro de papel, y critica argumentos simplistas desde perspectivas economicistas
(la tecnología es más barata) y ecologistas (no se talarán tantos árboles).
Referente a los e-books, los autores
entienden que las nuevas tecnologías pueden ofrecer nuevas perspectivas para la
auto-edición, que efectivamente eran más reducidas cuando solo existían los
libros en papel.
Cuando me decidí a auto-editarme un libro y
publicarlo a través de la Tienda Kindle de Amazon tomé, consciente o
inconscientemente, diversos caminos. Me compré un Kindle y aproveché las facilidades
de la auto-edición. ¿Se quedará el Kindle en un rincón como se quedó mi iPod? ¿Los
libros electrónicos serán de usar y tirar (como las fotografías digitales o los
correos electrónicos) –se preguntan los autores-?
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